La solución a los problemas de inflación y escasez que afectan a los venezolanos la encontramos en el art. 320 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (Crbv), donde se establece que: “El ministerio de finanzas y el BCV contribuirán a la armonización de la política fiscal con la política monetaria, facilitando el logro de los objetivos macroeconómicos.
En el ejercicio de sus funciones, el BCV no estará subordinado a
directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar
políticas fiscales deficitarias”.
Cerrar el déficit fiscal
La
primera decisión pasa por retomar la sana práctica de ajustar el
presupuesto público a las posibilidades reales de un financiamiento que
no genere inflación. Para un gobierno en déficit suele ser una tentación
buscar financiamiento rápido en el BCV, a través de la emisión de bonos
u otras obligaciones que coloca en el instituto emisor. Pero si esta
práctica se prolonga, las consecuencias pueden ser nefastas, toda vez
que la expansión de la liquidez monetaria -sin respaldo en la producción
de bienes y servicios-, se traduce en un deterioro del poder de compra
de la moneda, lo cual se expresa en una creciente inflación.
En
toda economía, sea capitalista o socialista, hay una norma básica que
se debe respetar para evitar que los precios se desquicien: preservar el
equilibrio entre el mercado monetario y el mercado de bienes y
servicios. No obstante, los datos del BCV revelan que, al cierre de
2013, los créditos a Pdvsa totalizaban Bs.
407.827 millones que, sumados
a Bs. 21.254 millones por créditos a otras empresas públicas, se
traduce en una enorme inyección de dinero que no está respaldado por un
aumento equivalente en la producción. No es difícil de entender: el
exceso de dinero a la caza de unos bienes cada vez más escasos es un
factor propagador de la inflación.
Ahora bien,
cerrar el déficit fiscal y eliminar las emisiones de dinero inorgánico
pasa por entender que Pdvsa no aguanta más una tasa de cambio de 6.30
Bs/$. No le rinden los bolívares para pagar una nómina de más de 100 mil
trabajadores, mantener al día el pago a proveedores, sostener las
misiones sociales y cumplir con sus obligaciones fiscales. La
sobrevaluación del bolívar y el anclaje cambiario están generando
problemas en el flujo de caja de Pdvsa que la obligan a endeudarse con
el BCV, el cual emite dinero sin respaldo que atiza la inflación. Esta
desproporción se aprecia claramente en la relación liquidez
monetaria/reservas internacionales, que supera ampliamente el tipo de
cambio oficial.
Reactivar la producción
La
inflación hay que atacarla reactivando el aparato productivo para
generar una abundante oferta de bienes y servicios. Pero el subsidio al
dólar oficial se traduce en un subsidio a las importaciones, las cuales
desplazan y arruinan la producción nacional. Los retrasos en la
liquidación de divisas afectan el ritmo de la producción, generando
desabastecimiento y escasez que de inmediato es aprovechada por quienes
se
dedican a las nefastas prácticas del acaparamiento, la especulación y
el contrabando de extracción. Reactivar el aparato productivo interno
pasa por fijar una tasa de cambio que exprese la verdadera productividad
de la agricultura y la industria, sin que esta necesaria medida sea
tergiversada por quienes se oponen al Gobierno para sacarle provecho
político. Un debate responsable contribuye a sincerar el precio del
dólar. Si no se hace pronto, las consecuencias sobre la producción
nacional, la escasez, el acaparamiento y la especulación serán mucho
peores.
Oferta complementaria de divisas
Con
la reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios se podrá generar una oferta
complementaria de divisas en las subastas del Sicad. Esta vendría de
tres fuentes principales: 1) La repatriación de $ 16.000 millones,
equivalente al 10% de los depósitos de origen venezolano en el exterior
que -según datos del BCV-,
alcanzan los $ 160.000 millones; 2) La
recuperación de las exportaciones no petroleras al nivel de 2006-07,
cuando alcanzaron los $ 7.000 millones; 3) Un ingreso en divisas por
visitantes internacionales en torno a los $ 2.000 millones (apenas 25%
de lo que gastaron los turistas venezolanos en el exterior). En total,
se estaría inyectando una oferta complementaria de $ 25.000 millones
que, sumados al presupuesto oficial de divisas de casi $ 43.000,
totalizaría una oferta de $ 68.000 millones, cantidad más que suficiente
para satisfacer holgadamente las necesidades de divisas del país,
cerrar la brecha cambiaria y aliviar las presiones inflacionarias y
especulativas.
En lo inmediato, para recuperar
las reservas operativas que permitan liquidar oportunamente las divisas
que requiere la buena marcha de la producción nacional, se impone
centralizar en el BCV los depósitos públicos que se encuentran en el
exterior, los cuales alcanzan los $ 130.000 millones; así como depositar
en el instituto emisor el total de las exportaciones petroleras.
Al
restablecer los equilibrios fiscales y monetarios y corregir las
distorsiones cambiarias, se despejarán las presiones inflacionarias,
propiciando mejores condiciones para generar una abundante oferta de
bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y
esenciales de la gente. Cumplir con los mandatos constitucionales es la
verdadera clave para derrotar la escasez, el acaparamiento y la
especulación.